El invierno llega al olivar andaluz sin prisas, bajando el ritmo, templando el suelo y recordándonos que también en el campo existen momentos para respirar. Tras meses de sol, trabajo y cosecha, el olivo entra en una etapa decisiva: la parada invernal, un tiempo de calma aparente donde ocurre mucho más de lo que se ve.
Bajo la corteza, en la raíz y en cada rama, el árbol se reorganiza. Se cierran ciclos, se redistribuyen nutrientes y el olivo se prepara para lo que vendrá: la brotación de primavera y la siguiente campaña. Porque aunque parezca quieto, el olivo en invierno trabaja en silencio.
Una estación clave para fortalecer el árbol
El frío moderado del invierno andaluz es un aliado fundamental.
Las temperaturas suaves, las lluvias y la humedad del suelo crean un entorno perfecto para que el olivo:
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Restaure su equilibrio interno después del esfuerzo de la cosecha.
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Recupere reservas en raíces y ramas.
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Regule su actividad metabólica.
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Entre en el reposo que necesita para brotar con fuerza cuando llegue la primavera.
El invierno no es un paréntesis: es una fase de regeneración.
El momento perfecto para cuidar, planificar y plantar
Mientras el olivo descansa, es el agricultor quien toma protagonismo. El invierno es la mejor época para:
Plantar nuevos olivares
Las temperaturas frías, la humedad del suelo y la ausencia de estrés hídrico favorecen un excelente enraizamiento.
El olivo joven, plantado en invierno, comienza su ciclo en las mejores condiciones.
Podar con criterio
En los meses fríos se pueden realizar podas suaves o de formación, evitando siempre los días de helada.
La poda de invierno sienta las bases de la estructura del árbol y de su futura productividad.
Nutrir el suelo
Aplicar materia orgánica o corregir desequilibrios del suelo es más eficaz en esta época: la humedad ayuda a que todo se integre y el olivo lo aproveche cuando active su crecimiento.
Preparar la campaña siguiente
Revisar sistemas de riego, controlar adventicias, evaluar el estado del árbol…
El invierno es tiempo de estrategia y planificación.
Un árbol que encarna la esencia de Andalucía
El olivo es más que un cultivo: es paisaje, identidad y economía.
En invierno, cuando la actividad se ralentiza y el campo parece dormir, es cuando mejor se aprecia su resiliencia.
Aguanta el frío, la sequía, los vientos y los años. Es un árbol que sabe esperar.
Cada invierno, el olivar andaluz vive su propio renacer silencioso.
Y cada agricultor que lo cuida contribuye a mantener una tradición que lleva siglos acompañándonos.
Cuidar el olivo en invierno es invertir en la fuerza de la próxima campaña. Con TRIFERSA a tu lado, cuentas con el asesoramiento experto, los productos adecuados y el acompañamiento que tu olivar necesita para brotar con más vigor, producir mejor y asegurar un futuro más sostenible.
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